La reciente reunión en Arabia Saudita entre Estados Unidos y Rusia no avanzó en el conflicto ucraniano, pero fue clave en términos de relaciones públicas para Moscú y mostró que EE. UU. ve “oportunidades” para terminar la guerra, más allá de la protección de vidas.
Antes del encuentro, el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, afirmó que Putin y su homólogo estadounidense habían decidido dejar atrás un período anómalo en las relaciones internacionales, enfatizando la importancia de “dos grandes potencias”. Este gesto, marcado por sonrisas y apretones de manos en el lujoso Palacio Diriyah, reafirma la convicción de Moscú de ser un actor fundamental en el escenario global.
Sin embargo, Rusia no ofreció concesiones en materia de paz. Lavrov subrayó que EE. UU. fue el primero en señalar que la expansión de la OTAN hacia Ucrania fue una de las causas del conflicto, lo que respalda la postura rusa. Por su parte, un comentarista pro-Kremlin destacó que Moscú no cedió nada durante la negociación.
Mientras tanto, la delegación estadounidense, liderada por el secretario de Estado, habló de “oportunidades extraordinarias” y dejó entrever posibles alivios en las sanciones, siempre que ambas partes hagan concesiones para lograr un acuerdo aceptable. El reto será convencer a un Moscú enaltecido de sumarse a este proceso de diálogo.