Mantener una dieta equilibrada incluye elegir adecuadamente las grasas y el método de cocción. El debate entre usar mantequilla o aceite para cocinar sigue vigente, pues ambos aportan sabores distintos, pero su consumo frecuente puede afectar la salud, especialmente en personas con riesgo cardiovascular.
Mantequilla: beneficios y riesgos
La mantequilla es rica en grasas saturadas, que en exceso pueden elevar el colesterol LDL (colesterol “malo”) y aumentar el riesgo de enfermedades del corazón. Además, es un alimento muy calórico, con alrededor de 717 calorías por 100 gramos, por lo que su consumo excesivo puede contribuir al sobrepeso. Sin embargo, en cantidades moderadas aporta vitaminas liposolubles como A, D, E y K. Cuando se somete a calor, la composición de sus grasas puede cambiar y volverse menos saludable.
Consumir mantequilla ocasionalmente no representa un riesgo significativo para personas sanas, pero no debe ser la principal fuente de grasa en la dieta.
Aceite: opciones saludables y precauciones
Los aceites de buena calidad, como el de oliva virgen extra, aguacate o canola, son ricos en grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas, que favorecen la salud cardiovascular si se consumen con moderación. Sin embargo, los aceites procesados o parcialmente hidrogenados, usados en algunas frituras comerciales, contienen grasas trans que aumentan el riesgo de problemas cardíacos.
Al igual que la mantequilla, el aceite es calórico (aproximadamente 120 calorías por cucharada), por lo que el consumo excesivo puede contribuir al aumento de peso.