Un reciente estudio publicado en JAMA Network Open sugiere que montar en bicicleta de forma habitual no solo es beneficioso para el cuerpo, sino también para el cerebro. La investigación, que analizó datos de casi medio millón de personas, encontró que el ciclismo podría disminuir significativamente el riesgo de desarrollar demencia, especialmente en adultos de mediana edad.

El ciclismo: mucho más que ejercicio físico

Andar en bicicleta ha sido durante años recomendado como una forma eficaz y accesible de ejercicio cardiovascular. Según la Cleveland Clinic, esta actividad mejora la resistencia, fortalece el núcleo corporal y estimula la circulación, todo sin impacto severo sobre las articulaciones. Además, al activar grupos musculares clave como cuádriceps, glúteos e isquiotibiales, ayuda a mantener el equilibrio y la coordinación.

Pero más allá de los beneficios físicos, el ciclismo también ofrece ventajas para la salud mental. Al ser una actividad adaptable a distintos entornos y niveles de intensidad, puede practicarse tanto como forma de transporte cotidiano como en espacios recreativos, ofreciendo una experiencia que combina ejercicio, estimulación cognitiva y disfrute.

Un estudio a gran escala confirma los beneficios cerebrales

El estudio, liderado por investigadores de China, Australia y el UK Biobank, analizó datos de 479,723 adultos de entre 40 y 70 años, todos sin diagnóstico previo de demencia. Durante un seguimiento promedio de 13 años, se detectó una reducción del 19% en el riesgo de desarrollar demencia entre quienes usaban la bicicleta de forma habitual o la combinaban con otros medios de transporte.

“Estos resultados refuerzan la idea de que los medios de transporte activos no solo promueven la salud física, sino también mejoran la salud cerebral”, afirmó el Dr. Cunpeng Hou, autor principal del estudio.

El hipocampo: la clave detrás del efecto protector

Una de las observaciones más relevantes fue la relación entre el uso frecuente de la bicicleta y la preservación del volumen del hipocampo, una región cerebral crucial para la memoria y la orientación espacial. A través de imágenes cerebrales, los científicos encontraron que quienes pedalearon regularmente mantenían mejor la estructura de esta zona, la cual suele atrofiarse en las primeras etapas de la demencia.

Esto podría explicarse porque el ciclismo no solo implica actividad física moderada, sino también procesos mentales complejos, como la toma de decisiones en tiempo real, la navegación del entorno y la concentración sostenida.

El factor genético también influye, pero no limita

El estudio también examinó el papel del gen APOE ε4, asociado a un mayor riesgo de enfermedad de Alzheimer. Los resultados fueron alentadores:

  • Personas sin este gen que usaban la bicicleta regularmente tenían un 26% menos de riesgo de desarrollar demencia.
  • En portadores del gen APOE ε4, el riesgo también disminuyó, aunque de forma más moderada: 12% menos.

Estos hallazgos sugieren que el ejercicio, especialmente el ciclismo, puede tener un efecto neuroprotector independientemente de la predisposición genética.

¿Importa cómo nos movemos?

Aunque caminar también es considerado un hábito saludable, el estudio reveló que caminar como única forma de transporte no ofrecía los mismos beneficios cognitivos. En contraste, combinar caminatas con otras formas de transporte como manejar o usar transporte público sí mostró cierto efecto positivo, probablemente por la necesidad de tomar decisiones y planificar los trayectos.

Sin embargo, el ciclismo se destacó como la forma de movilidad más beneficiosa para la salud cerebral, representando una estrategia efectiva, accesible y sostenible para reducir el riesgo de deterioro cognitivo con el paso del tiempo.

Por Editorial

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