La rotación de la Tierra se está acelerando, y aunque el cambio apenas se nota en la vida cotidiana, podría tener consecuencias significativas para la tecnología global. Según datos recopilados por timeanddate.com, el pasado 10 de julio fue el día más corto del año, con 1.36 milisegundos menos que las 24 horas habituales, y se prevé que los próximos 22 de julio y 5 de agosto sigan esta misma tendencia.
Este fenómeno ha captado la atención de expertos en cronometraje y geofísica, ya que una aceleración sostenida en la rotación del planeta podría derivar en una medida sin precedentes: la eliminación de un segundo intercalar negativo del Tiempo Universal Coordinado (UTC).
Desde 1972, los cronometradores han añadido 27 segundos intercalares positivos al UTC para compensar el retraso en la rotación terrestre frente al tiempo atómico. Sin embargo, desde 2016 no se han sumado nuevos segundos, y ahora, por primera vez, se plantea la posibilidad de restar un segundo si la Tierra continúa girando más rápido.
“Nunca ha habido un segundo intercalar negativo, pero la probabilidad de tener uno entre ahora y 2035 es de aproximadamente un 40%”, explicó Duncan Agnew, geofísico del Instituto Scripps de Oceanografía.
La duración exacta de un día —aproximadamente 86,400 segundos— no es constante, debido a múltiples factores como la gravedad lunar, el clima atmosférico, la actividad sísmica, y el comportamiento del núcleo terrestre. Estos cambios se registran con extrema precisión mediante relojes atómicos, que miden el tiempo contando las oscilaciones de los átomos dentro de cámaras de vacío.
Aunque una diferencia de milisegundos parece insignificante, puede afectar sistemas críticos como satélites, telecomunicaciones, redes bancarias y computadoras globales, que dependen de sincronización precisa. La incertidumbre recuerda, para algunos expertos, los temores del Y2K, que preocupó al mundo en el cambio de milenio.
En 2022, la Conferencia General de Pesos y Medidas (CGPM) ya había votado a favor de eliminar el segundo intercalar positivo para 2035, lo que haría aún más inusual —y urgente— la necesidad de aplicar un segundo negativo si el ritmo de rotación continúa su tendencia.
Por ahora, el fenómeno sigue bajo observación, pero los científicos insisten: incluso los cambios más pequeños en el tiempo tienen implicaciones globales.
