Durante las últimas semanas, el cometa 3I/ATLAS ha captado la atención de astrónomos y medios de comunicación por igual. Su paso por el sistema solar ha dado pie a diversas interpretaciones, especialmente en torno a su verdadera naturaleza. Sin embargo, lejos de ser un misterio, los datos acumulados hasta el momento confirman que se trata de un cometa interestelar activo, y no de un objeto desconocido o “extraño” para la ciencia.

Gracias al seguimiento exhaustivo con telescopios terrestres y espaciales, 3I/ATLAS se ha convertido en el objeto interestelar mejor observado hasta ahora. Desde su descubrimiento, equipos científicos de todo el mundo han recopilado imágenes, espectros y mediciones precisas que apuntan de forma concluyente a su naturaleza cometaria.


Primeras observaciones: evidencia clara de actividad cometaria

El grupo de investigación en Asteroides, Cometas y Meteoritos del ICE-CSIC/IEEC ha seguido de cerca a 3I/ATLAS desde sus primeras apariciones. Ya el 5 de julio de 2025, mediante observaciones con el Telescopio Robótico Joan Oró, fue posible detectar una coma —la envoltura característica que rodea a los cometas—, confirmando su actividad.

En un estudio reciente liderado por la profesora Bin Yang de la Universidad Diego Portales (Chile), publicado en arXiv, se analizaron espectros obtenidos los días 5 y 14 de julio con los telescopios Gemini-S/GMOS y NASA IRTF/SpeX. Estas observaciones tempranas fueron cruciales, ya que se realizaron antes de que la sublimación de hielos enmascarara otras propiedades del objeto.

Ambos espectros, tanto en el rango visible como en el infrarrojo cercano, muestran patrones consistentes con los de cometas conocidos. En el espectro óptico, 3I/ATLAS presenta una pendiente rojiza, similar a la de asteroides de tipo espectral D del sistema solar: objetos oscuros, con bajo albedo y ricos en carbono. En el infrarrojo cercano, su espectro se aplana significativamente entre 0.9 y 1.5 micrones, comportamiento típico de los grandes granos de hielo de agua presentes en la coma de los cometas.


Confirmación desde el espacio: datos del telescopio James Webb

El Telescopio Espacial James Webb (JWST) también ha contribuido a caracterizar el objeto. El 6 de agosto de 2025, utilizando su Espectrógrafo de Infrarrojo Cercano, detectó en la coma del cometa presencia de dióxido de carbono y agua, elementos clave para entender su composición.

El equipo científico, que incluye a la reconocida astrobióloga Karen J. Meech, modeló el comportamiento espectral de 3I/ATLAS con una mezcla compuesta en un 70 % por polvo del meteorito Tagish Lake (una condrita carbonácea) y un 30 % de hielo de agua con granos de tamaño medio de 10 micras. Esta proporción de hielo (~30 %) se considera una estimación representativa de la composición de su coma.


Origen y trayectoria: un visitante lejano con componentes familiares

Todos los datos actuales coinciden en que 3I/ATLAS es un cometa interestelar activo con una alta proporción de hielo de agua y un polvo similar al de los asteroides de tipo D. Esta combinación sugiere que podría haberse formado en la región interior de un sistema planetario distinto al nuestro, siendo expulsado tras una interacción gravitatoria con un planeta.

Aunque su origen exacto sigue siendo incierto, se espera que futuras observaciones, tanto desde Tierra como desde sondas espaciales, ayuden a aclararlo. La misión Psyche de la NASA, por su ubicación actual, podría ofrecer una buena oportunidad para estudiar a este visitante interestelar con mayor detalle.


La coma de 3I/ATLAS: ni atípica ni ausente

A pesar de algunas afirmaciones erróneas, 3I/ATLAS sí presenta una coma visible. De hecho, sin ella habría sido prácticamente imposible detectarlo a la distancia en la que se encontraba. La coma, que se extiende aproximadamente 350.000 kilómetros alrededor del núcleo, está formada por dióxido de carbono y partículas de polvo micrométrico, expulsadas por la sublimación de los hielos a medida que el cometa se acerca al Sol.

En el caso de un objeto interestelar como este, se espera que su superficie haya sido irradiada durante miles de millones de años por rayos cósmicos, lo que podría explicar una actividad relativamente tenue y limitada a ciertos compuestos volátiles.

Observaciones infrarrojas revelan que la parte sólida de la coma está compuesta por partículas de hielo de agua y polvo similar al de meteoritos de tipo condrita carbonácea. Esto lo sitúa dentro de una categoría transicional entre cometas y asteroides, lo que refuerza aún más su valor científico.

Por Editorial

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