Un experimento demuestra que hasta los dispositivos más modestos pueden tener una segunda vida tecnológica.

De basura electrónica a laboratorio en miniatura

Lo que comenzó como un simple vapeador desechable terminó convertido en un servidor capaz de alojar una página web completa. El artífice es Bogdan Ionescu, un programador que decidió aprovechar las entrañas de estos dispositivos para experimentar con microcontroladores y conectividad.

Los vapeadores desechables han sido objeto de críticas por su impacto ambiental: contienen baterías y circuitos avanzados que, tras usarse, suelen acabar en la basura. Ionescu, que al principio solo guardaba las baterías para futuros proyectos, descubrió que los modelos más recientes integran microchips sorprendentemente potentes para su tamaño.


El hallazgo inesperado

Dentro del vapeador encontró un PUYA C642F15, un microcontrolador ARM Cortex-M0+ de apenas 24 MHz, 24 KB de memoria flash y 3 KB de RAM. Aunque estas especificaciones parecen ridículas comparadas con cualquier teléfono antiguo, el programador aceptó el reto: convertir ese hardware mínimo en un servidor web funcional.


Conectividad retro: SLIP al rescate

El principal obstáculo era la falta de conexión a Internet. Sin WiFi ni puerto de red, Ionescu recurrió a una tecnología de los noventa: SLIP (Serial Line Internet Protocol). Con herramientas modernas —como pyOCD, slattach y socat— configuró el microchip para comunicarse con una computadora por USB, simulando un módem clásico. Así consiguió que el vapeador “hablara” con Internet como si fuera una PC de hace tres décadas.


Montando un servidor HTTP en 24 KB

La conectividad era solo el primer paso. Para alojar páginas web se necesitaba un stack TCP/IP y un servidor HTTP. Ionescu eligió uIP, un conjunto ultraligero diseñado para sistemas embebidos. Tras adaptar su código y optimizar cada byte de memoria, el microcontrolador logró servir páginas web y responder solicitudes desde cualquier navegador.


Lo que puede hacer un vapeador convertido en servidor

Aunque el hardware es limitado, este mini-servidor consiguió:

  • Servir páginas estáticas (incluyendo el artículo del propio experimento).
  • Ejecutar pequeños programas en C con lógicas sencillas.
  • Ofrecer APIs básicas en JSON, por ejemplo para mostrar visitas o el ID del dispositivo.

Este proyecto muestra que con creatividad y conocimientos técnicos es posible dar una segunda vida a la basura electrónica, convirtiéndola en herramientas funcionales y sorprendentes.


En resumen: un vapeador desechable, pensado para acabar en la basura, terminó convertido en un diminuto servidor web. Más que una curiosidad, es un recordatorio del enorme potencial oculto en los dispositivos cotidianos y de cómo la reutilización tecnológica puede reducir el impacto ambiental.

Por Editorial

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