15 de septiembre de 2025. Un viajero procedente de otro sistema estelar ha dejado boquiabiertos a los astrónomos: el cometa 3I/ATLAS, un objeto de unos 11 kilómetros de diámetro, cambió de su tono rojizo inicial a un brillante verde esmeralda mientras se acerca al Sol.

Los especialistas aún debaten las causas de este fenómeno, pero las imágenes captadas el 7 de septiembre desde Namibia por los astrofotógrafos Michael Jäger y Gerald Rhemann muestran con claridad el resplandor verde del cometa. El perihelio –su punto más próximo al Sol– está previsto para el 29 de octubre.

Un cometa fuera de lo común

Detectado por primera vez en julio cuando viajaba a más de 210.000 km/h desde más allá de Júpiter, 3I/ATLAS fue rápidamente clasificado como un objeto interestelar. Su tamaño, velocidad y trayectoria lo convierten en uno de los visitantes más singulares detectados hasta la fecha.

Lo normal era esperar que, al acercarse al Sol, el cometa desarrollara una cola y coma más pronunciadas. Lo inesperado ha sido el cambio de color, algo observado también en otros cometas recientes –como C/2022 E3, 12P/Pons-Brooks o SWAN25F– pero aún sin explicación definitiva en este caso.

Las posibles causas del brillo verde

La hipótesis más común apunta a la presencia de dicarbono en la coma del cometa, aunque las observaciones espectroscópicas todavía no lo confirman. El astrónomo Avi Loeb propone otra posibilidad: cianuro y níquel sin hierro que se estarían liberando del núcleo a medida que el objeto se aproxima al Sol, detectados por el Very Large Telescope el 25 de agosto.

Datos del telescopio espacial Webb y del observatorio SPHEREx indican que la composición de 3I/ATLAS es extremadamente inusual: 87 % de dióxido de carbono, 9 % de monóxido de carbono y apenas 4 % de agua. Estas proporciones son radicalmente distintas a las de los cometas del sistema solar.

Una trayectoria casi imposible

Además de su química única, 3I/ATLAS recorre una órbita alineada con el plano eclíptico planetario, algo que según Loeb tiene apenas un 0,2 % de probabilidad. Pasará relativamente cerca de Marte, Venus y Júpiter antes de volver a internarse en el espacio profundo.

Este visitante se suma a la breve lista de objetos interestelares detectados en las últimas décadas, junto a 1I/ʻOumuamua y 2I/Borisov. Sin embargo, sus características lo convierten en un caso aparte y mantienen vivo el debate sobre si la ciencia debe ampliar sus hipótesis ante fenómenos tan inusuales.

Qué esperar en los próximos meses

Aunque en breve desaparecerá tras el Sol desde la perspectiva terrestre, 3I/ATLAS volverá a ser visible hacia diciembre, cuando pase a unas 700 veces la distancia de la Luna. Los astrónomos esperan nuevas observaciones para confirmar la naturaleza del color verde y seguir descifrando los misterios del cometa.

Por ahora, lo único seguro es que 3I/ATLAS se ha convertido en uno de los espectáculos astronómicos más intrigantes del año y en una oportunidad única para estudiar un mensajero de otros sistemas estelares.

Por Editorial

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