Un nuevo hallazgo del telescopio espacial James Webb ha ofrecido una inquietante visión del destino que podría aguardar a nuestro planeta en un futuro lejano. Astrónomos han observado, con un nivel de detalle sin precedentes, cómo un planeta fue gradualmente devorado por la estrella en torno a la que orbitaba, un proceso que podría anticipar el final del sistema solar tal como lo conocemos.
Desde su puesta en funcionamiento, el telescopio James Webb se ha consolidado como una herramienta revolucionaria para observar los rincones más remotos y antiguos del universo. Pero en esta ocasión, su mirada ha apuntado al futuro: el fenómeno registrado, conocido como ZTF SLRN-2020, muestra cómo un planeta fue lentamente arrastrado hacia la destrucción por la atracción gravitacional de su estrella, que lo absorbió tras una larga agonía orbital.
Un destino escrito en las estrellas
Inicialmente, los científicos pensaron que se trataba de una “ingestión” repentina —una especie de bocado cósmico—, pero los datos obtenidos por los instrumentos MIRI y NIRSpec del telescopio James Webb contaron una historia diferente. El proceso fue lento y progresivo: la órbita del planeta se fue acortando hasta quedar atrapado sin posibilidad de escape.
“El telescopio Webb nos está mostrando cómo pueden terminar los sistemas planetarios. Lo que observamos podría ser un reflejo de lo que le espera al nuestro”, explicó Ryan Lau, autor principal del estudio.
El evento ocurrió a unos 12.000 años luz de la Tierra, en nuestra propia galaxia, y fue detectado por primera vez como un destello óptico desde el Observatorio Palomar en California. Sin embargo, observaciones previas del satélite NEOWISE ya habían captado señales en el espectro infrarrojo, asociadas a la formación de polvo interestelar producto de la interacción destructiva. Los datos de Webb revelaron, además, que la estrella todavía no había alcanzado la fase de gigante roja, lo que contradice las teorías tradicionales sobre este tipo de eventos.
¿Está la Tierra condenada a un destino similar?
Aunque no representa una amenaza inmediata, el hallazgo plantea interrogantes sobre el futuro de nuestro sistema solar. Las proyecciones actuales indican que dentro de miles de millones de años, el Sol agotará su combustible, se expandirá y podría alterar radicalmente las órbitas de los planetas interiores, incluida la Tierra.
Este descubrimiento reabre el debate sobre cómo mueren los mundos y evidencia que la estabilidad planetaria es, en última instancia, temporal. La escena capturada por el James Webb es un recordatorio de que incluso los sistemas más tranquilos pueden terminar siendo víctimas de su propia estrella.
Un recordatorio de nuestra fragilidad cósmica
Para la comunidad científica, más allá de lo espectacular del hallazgo, lo importante es lo que representa: una oportunidad para entender mejor los ciclos de vida planetarios y estelares. “El futuro de la Tierra, en algún sentido, podría estar escrito en otras estrellas”, concluyen los investigadores.
Y ahora, gracias al James Webb, tenemos los instrumentos para comenzar a descifrar ese mensaje.
