Este domingo, el cielo nocturno ofrecerá un espectáculo impresionante: un eclipse lunar total, también conocido como luna de sangre. Durante aproximadamente 82 minutos, la Tierra se interpondrá entre el Sol y la Luna, cubriendo completamente al satélite con su sombra. La atmósfera terrestre filtrará la luz solar y teñirá la Luna de un tono rojizo intenso, dando lugar al fenómeno que ha fascinado —y atemorizado— a la humanidad durante siglos.
Entre supersticiones y simbolismo
Desde tiempos antiguos, las lunas de sangre han sido interpretadas como señales de advertencia o transformación. En civilizaciones como la babilónica, la china o las culturas precolombinas de Centroamérica, este tipo de eclipses eran vistos como presagios oscuros: muerte de gobernantes, guerras inminentes, desastres naturales o incluso castigos divinos.
Pero no todas las culturas compartían esta visión apocalíptica. En ciertas regiones de África, como entre los batammaliba de Togo y Benín, un eclipse representa un momento de reconciliación. Según su cosmovisión, el evento simboliza una batalla entre el Sol y la Luna, por lo que las comunidades buscan resolver conflictos y promover la paz para ayudar a restaurar el equilibrio cósmico.
¿Qué dice la ciencia?
Aunque hoy el eclipse ya no es un misterio, sigue capturando la atención tanto de astrónomos como de astrólogos. Para el astrónomo y divulgador científico Dr. Florian Freistetter, ya no quedan grandes enigmas por resolver sobre los eclipses desde el punto de vista científico. “La astronomía ya ha investigado todo lo razonable en el último siglo”, comenta. “Pero eso también significa que puedo disfrutar tranquilamente de la vista sin preocuparme por la ciencia”.
De la astrología a la ciencia moderna
Durante la Antigüedad y la Edad Media, la astronomía y la astrología eran disciplinas hermanas. Ambas estudiaban los cuerpos celestes, aunque con objetivos distintos. La astrología era parte de la medicina, la política y la religión, desde Babilonia hasta Grecia, India y el mundo islámico.
Fue durante el Siglo de las Luces, entre los siglos XVI y XVIII, cuando se produjo la gran separación. Filósofos como René Descartes impulsaron la idea de que la razón debía ser la base del pensamiento moderno. Así, la astrología comenzó a verse como una práctica incompatible con una visión científica del mundo regida por leyes físicas y observación empírica.
Un cambio en la relación con la naturaleza
Según el psicólogo cultural Dr. Gerhard Meyer, esta época marcó un cambio profundo en cómo el ser humano se relaciona con la naturaleza. “La idea de que el mundo funciona como una máquina según leyes mecánicas se volvió dominante”, explica. En ese contexto, la física se convirtió en la ciencia guía, desplazando las explicaciones simbólicas o espirituales.
Eso sí, no todo lo que trajo la Ilustración fue progreso. Muchos pensadores influyentes de la época, como Kant, Rousseau o Voltaire, sostenían posturas misóginas. Rousseau, por ejemplo, consideraba que las mujeres eran más emocionales y menos racionales, por lo que debían limitarse al rol de madres y cuidadoras, sin aspirar a los mismos derechos ciudadanos que los hombres.
