La pechuga de pollo se ha convertido en uno de los pilares de la alimentación saludable en todo el mundo. Su alto contenido proteico, bajo nivel de grasas saturadas y su aporte de vitaminas del grupo B la han posicionado como el corte favorito de nutricionistas y especialistas. Así lo destacan expertos consultados por The New York Times, quienes también subrayan su versatilidad en la cocina y sus beneficios para la salud cardiovascular y el bienestar general.


Un perfil nutricional difícil de igualar

A diferencia de otros cortes del pollo, como muslos o alas, la pechuga destaca por su perfil magro. Según Dave Bridges, profesor de ciencias nutricionales en la Universidad de Michigan, este corte aporta nutrientes esenciales para reparar tejidos, fortalecer el sistema inmunológico y aumentar la energía.

  • Proteínas de calidad: 100 gramos de pechuga sin piel y deshuesada aportan aproximadamente 32 g de proteína y solo 160 calorías, cubriendo casi la mitad de las necesidades proteicas diarias de un adulto promedio.
  • Menos grasa: contiene apenas 1 g de grasas saturadas por porción, un punto clave para la salud cardiovascular.

En comparación, la misma cantidad de salmón del Atlántico contiene 22 gramos de proteína y 206 calorías. “Tendrías que consumir polvo de proteínas para obtener más proteína que la de la pechuga de pollo”, afirma Bridges.


Beneficios para el corazón y el cerebro

El bajo contenido de grasas saturadas convierte a la pechuga en una alternativa más saludable frente a carnes rojas o procesadas. También aporta ácidos grasos oleico y linoleico, vinculados con beneficios cardiovasculares.

En el plano de los micronutrientes, es una fuente rica en vitaminas B3 (niacina) y B6, indispensables para la producción de neurotransmisores como dopamina, serotonina y melatonina, que regulan el estado de ánimo, el sueño y la atención.

“Estas vitaminas son esenciales para la memoria, el aprendizaje y la conversión de alimentos en energía”, explica Heidi Silver, directora del Diet, Body Composition and Metabolism Core de la Universidad de Vanderbilt.


Orgánica y bien cocinada: aún mejor

Los especialistas recomiendan optar por pechuga de pollo orgánica siempre que sea posible. Para obtener esta certificación, el Departamento de Agricultura de EE. UU. exige que las aves tengan acceso al exterior y alimentación orgánica, lo que mejora el perfil graso con más grasas saludables y menos saturadas.

En cuanto a la preparación, Silver sugiere métodos bajos en grasa como hornear, asar a la parrilla, escalfar o usar freidoras de aire, evitando técnicas que requieran aceites adicionales.


Otros cortes también suman

Aunque la pechuga es el corte más magro, otros como muslos y piernas ofrecen más vitaminas y minerales —como B12, hierro y zinc— que complementan la dieta. Así, integrar distintos cortes de pollo puede aportar diversidad nutricional dentro de un plan equilibrado.


Conclusión: La pechuga de pollo no solo es un alimento básico y versátil, sino que su combinación de proteínas de alta calidad, bajo contenido de grasas y aporte de micronutrientes la convierte en una de las piezas clave para quienes buscan mejorar su salud y rendimiento a través de la alimentación.

Por Editorial

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