Un avance reciente en astrobiología ha revelado que la interacción entre dos especies de bacterias podría transformar el regolito marciano —la mezcla de polvo y rocas que cubre la superficie del planeta— en un material resistente y apto para la construcción. El hallazgo, publicado en Frontiers in Microbiology y dado a conocer por National Geographic, representa un paso importante hacia la creación de infraestructuras autosustentables en futuras colonias humanas en Marte.

El desafío de construir en el planeta rojo

Establecer una base en Marte implica resolver cuatro necesidades esenciales: agua, aire, alimento y refugio. A diferencia de la Tierra, donde los recursos pueden reponerse o transportarse con relativa facilidad, en Marte cada insumo será limitado y cada decisión, crítica. Por ello, los científicos buscan alternativas que permitan utilizar los recursos disponibles en el propio planeta.

En este escenario, los extremófilos —microorganismos capaces de sobrevivir a condiciones extremas de radiación, temperatura y escasez de oxígeno— se presentan como una herramienta clave. Su capacidad para manipular los minerales del entorno podría ser esencial para levantar las primeras estructuras marcianas.

Biomineralización: el proceso que podría construir el futuro

El mecanismo detrás del avance es la biomineralización, un proceso natural mediante el cual algunos organismos producen minerales y modifican su entorno. En la Tierra, este fenómeno ha modelado ecosistemas durante millones de años; aplicado en Marte, podría ser la base para fabricar materiales de construcción sin depender de transportes desde nuestro planeta.

Una de las bacterias estudiadas es Sporosarcina pasteurii, conocida por su capacidad para generar carbonato cálcico, un compuesto clave para estabilizar suelos arenosos y crear ladrillos biológicos de alta resistencia. Los experimentos demostraron que puede funcionar en entornos similares al marciano, pero con una limitación: requiere oxígeno para sobrevivir.

Chroococcidiopsis: la bacteria que completa el rompecabezas

Para suplir esa necesidad, los investigadores recurrieron a Chroococcidiopsis, una cianobacteria con una resistencia excepcional a radiación, sequía y temperaturas extremas. En 2014, esta especie fue expuesta al vacío del espacio en la Estación Espacial Internacional y logró mantenerse viva gracias a sus mecanismos de reparación de ADN.

Además de soportar ambientes hostiles, Chroococcidiopsis produce oxígeno mediante la fotosíntesis. Así, podría abastecer a S. pasteurii del oxígeno necesario para llevar a cabo la formación de carbonato cálcico, permitiendo que ambas trabajen en conjunto para generar una especie de cemento biológico marciano.

Un sistema autosuficiente con beneficios adicionales

El trabajo coordinado de ambas bacterias no solo permitiría fabricar materiales para la construcción de bases marcianas. La sinergia también podría:

  • Producir oxígeno adicional, vital para la respiración de los astronautas.
  • Generar amoníaco, compuesto fundamental para fertilizar cultivos y facilitar la agricultura en Marte.

Este enfoque representa un avance hacia la autosuficiencia de futuras colonias, donde cada recurso tendrá un valor crítico.

Hacia asentamientos humanos sostenibles

Aunque el proceso inicial podría ser lento, los científicos confían en que estas tecnologías biológicas sentarán las bases de los primeros hábitats permanentes en Marte. La utilización de microorganismos como “maquinarias celulares” permitiría no solo construir estructuras resistentes, sino también preparar el terreno para misiones más ambiciosas y la posibilidad de habitar otros mundos.

La biotecnología y la vida microscópica, alguna vez consideradas simples curiosidades científicas, se posicionan hoy como aliadas esenciales en la misión de convertir Marte en un lugar habitable para la humanidad.

Por Editorial

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